Adrian salió una vez más a fumarse un cigarro. Había vuelto a coger recientemente la costumbre y esta vez no veía manera de dejarlo. Ahora, tras apagarlo se sentó decidido a escribir y no se le ocurrió otra cosa que de su más inmediato pasado. Y ya lo acababa de hacer. ¿Y ahora qué? Oyó las pisadas de Daisy, su perra que se recostaba junto a el. No se había quitado el chaquetón pues la casa estaba algo fría y había arrastrado algo del fresco que había cogido al salir. Su mujer entró en el despacho, alegrándose de un correo que habían recibido esta mañana pidiendo información sobre un trabajo reciente. Su entrada fue breve, más breve de lo que le hubiera gustado. Se fue y de lejos le dijo si quería una infusión. –no- contestó. Bueno –si, rectificó.

A los pocos instantes, volvió con una taza, lo besó, lo abrazo fuertemente y le forzó con las manos en su rostro una sonrisa. Debía estar muy serio. Llevaba unos días muy serio, haciendo cálculos y cálculos de ingresos y gastos que le tranquilizaran o le inquietaran, pero dieran certeza a su difusa angustia. Se detuvo a revisar lo escrito. Se fijó en las sugerencias del corrector, rectificó algunas cosas y volvió a la nada, al ensimismamiento vacío, al presente de los sentidos y de los pensamientos sin rumbo. No tenía plan. Su mujer le pidió leños. Ya tenía algo que hacer. Y fue a hacerlo.

Primero cogió dos leños medianos, como un crio sin madurez. Como de unos 40 cm. de largo y unos 10 de diámetro. Luego, mientras ya había decidido ayudarse de un capazo oyó el mismo consejo de ella. Elegir de entre tantos maderos le inquietó. ¿Cuál escoger? Tan ligera decisión le perturbó y no se lo pensó mucho, sabiendo que lo estaría haciendo mal, pero al menos lo estaba haciendo, que eso era positivo. Otro punto muerto. Otra relectura. Otro vacío. Otro no saber por dónde seguir. Ahora lo que surgía era fumarse otro cigarro de nuevo y el ruido de fondo de la televisión que acababan de encender. Eran los sentidos lo que le sacaban del vacío y en su honor los dejaba y plasmaba en papel.

Manuel Monroy 2019