Juan Carlos destacaba por su grueso cuerpo. De trato fácil, campechano y contundente, se estaba separando. Tenía apnea, fumaba y las rodillas le molestaban continuamente. Iba con una muleta. El día que me dijo que se estaba divorciando lo lamenté profundamente. Mas de 30 años juntos, problemas económicos, discusiones en que gastaba cada cual lo poco que tenían fueron irritando la relación mas y mas. El se hizo cargo de un de los tres hijos que tenían. Los otros dos, estaban independizados.
Amante del futbol, y una victoria del Madrid para el, era un refuerzo de su estima y una inyección de optimismo para los días siguientes.
Cuando pienso en el, siento pesar. Su precaria situación económica, su excesivo consumo de benzodiacepinas, su salud regular a pesar de su relativa juventud, su soledad, parece que marcan un camino hacia el deterioro paulatino y acelerado. No se cual es la solución, supongo que pequeños y coincidentes avances en distintos aspectos de su vida. Alimentación, peso, trabajo, autoestima… Algún día vendrá la vida que realmente lo es.

Manuel Monroy 2019