El gran grupo vendría después. Ellos comenzaban su andadura en aquel multitudinario concierto por la puerta chica. Habían ensayado y ensayado contra viento y marea, en precario, buscando un lugar donde sus vatios no molestaran. Incluso un día cogieron sus instrumentos y se fueron al campo y con un equipo de generación autónomo pudieron dar tralla a sus virulentos sonidos. Hacia frio pero a pesar e ello, repetían y repetían sus compases una y otra vez. Recuerdan con jocosidad que ese día el coche se había quedado sin batería y la portezuela de la gasolina no les abría. Inexplicable. Hasta que uno de ellos bloqueo y volvió a desbloquear todos los seguros. Por fin la portezuela se abrió. Un obstáculo menos. El coche además se empañaba y apenas dejaban ver bien la carretera. Hasta que una voz inocente dijo: “ ¿por qué no desempañamos con aire frio?-
Por fin llegaron al campo, húmedo, frio, desierto. Sacaron sus equipos, encontraron un promontorio que simulaba un pequeño pódium y ahí empezaron a tocar los primeros compases. Estaban helados. Poco a poco, con sus marchosos ritmos empezaron a entrar en calor.
La fuente que había cerca, no habían caído en cuenta, era punto de congregación de gentes que iban a cargar sus bidones de agua. Primero unos, que mientras rellenaban se les quedaban mirando. Luego mas tarde otros. Ninguno se iba. Poco a poco se empezó aglutinar paseantes alrededor del estrado improvisado y ante un estruendo inusual en el campo. Aquello les animaba. Cuales flautistas de Amelin, los finales de sus canciones, eran aplaudidas.
Aquello fue emocionante. La guardia rural paró. Por un momento, sus sonidos bajaron de volumen. El temor se hizo presente. Coincidió con la última ovación del público improvisado. La pareja de agentes se bajo del coche. Saludaron. Se quedaron quietos. Benjamín y su grupo no sabían que hacer. Los agentes seguían quietos. Esteban, el más decidido, comenzó unos acordes. Sonaban mágicos en aquel entorno. El grupo los siguió con valor. Pronto la canción alzanzó su apogeo. El coraje fue percibido por los espectadores y arrancaron a mitad de canción un aplauso. También aplaudieron…¿no sabéis quién?… Lo guardias.
Manuel Monroy Pagnon, diciembre de 2019