Querido hijo, en estos momentos siento que tu vida pende de un hilo, y tiemblo.
No sé dónde agarrarme para evitar imaginar perderte.
¡Tantas cosas que hemos hablado, compartido y sentido juntos! Sé cómo sientes, lo emocional, lo sentimental, lo divino que eres.
Si algún día faltaras, reviviría mi memoria para homenajearte y pervivirte, miraría al pasado olvidado con amor y recuperaría todo aquel instante que estuve contigo.
No me perdonaría olvidar ninguno.
La grandeza de tu vida lo merece, y aquellos que me parecieron inapreciables, los resucitaría como tesoros.
Así es la vida de injusta.
Te pido perdón por todas mis miserias, inevitables la mayoría.
Nunca alguien tan grande estuvo junto a tan pequeño.
Solo me queda la esperanza de vernos sonreír en la vida que realmente lo es. En la que tú dudabas.
Noche de mis desvelos.
Ojalá mañana, te vea sonreír en esta vida a medias, que será plena al verte.

Manuel Monroy 2019