Un laberinto
Wetton discurría con prisa. Había vuelto a pasar por el mismo sitio de hace cinco minutos. Aquello no parecía tener salida. ¡Que planificación de calle se dijo! La escena le recordó su vida, en cuantos tortuosos caminos se había enredado tratando de salir siempre repitiendo las mismas cosas como un loco que cree que en su obstinación esta vez tendrá suerte.
Un sueño
La ciudad estaba iluminada con pequeñas lucecitas que tintineaban discretas. A veces, había algunas notas de color centelleante que rompían la monotonía y alegraban la vista. Una ligera niebla, inusual por esas fechas, daban a la escena un aire de ensueño. La temperatura no era muy baja, y recorrer esas calles con aire festivo le reconfortaba. Unos globos color dorado daban un toque de distinción al ambiente. Una leve música salía de una tienda a la que acababan de abrir sus puertas. Una brisa cálida rozaba su rostro. Entró en un comercio sin ánimo de comprar, solo con el afán de recrearse en ver lo bien colocado que estaba todo. Cientos de objetos bien empacados se presentaban a su vista. Todos tentados de ser cogidos y regalados. Regalados a los pobres.
Un mundo subterráneo
La doble vida de Wettmurdock se asemejó mucho a ese subterráneo en el que acababa de entrar y que con tanta frecuencia le gustaba recorrer. Un mundo lleno de colores cálidos, palabras amables, hablar despacio, sin prisas. También tenía sus laberintos y su puntos difíciles, pero eran los menos. Un subterráneo poderosamente atractivo donde encontrar por fin después de tres años una amistad. Una amistad con ella. Si. Solo amistad. Y lo había logrado. Un hecho severo lo había provocado y no lo olvidaba. Y no debía olvidarlo.
Un ventanal muy luminoso
Era el ventanal de la transparencia, de la alegría, del júbilo, de la fiesta, del tiempo sin fin, del no hay mañana.
Una selva
Palabras secas, sin saludo previo, cargadas de rencor, duras y hostiles. ¿Qué alma es capaz de sobrellevar esa carga? Cuanto pasado acumulado negativo es capaz de generar esa alma oscura si empatía ninguna. ¿En qué selvas se ha desenvuelto su alma?
Un Jardín
El jardín de la alegría, cuidado, mimado, regado, atendido. Digno de mostrar. ¿Existe el tercer mundo?
Un caleidoscopio
Muchas si, muchas. Cada una a su manera. Cada una mostrando su ser. Todas aparecían el asomar el ojo. Todas pertenecían a mi ojo. Ruleta de color. Ruleta de instantes. Todas en mi vida. Todas juntas al fondo, y tan separadas en la realidad.
Manuel Monroy Pagnon, doce de diciembre de dosmil diez y nueve