-Es muy probable que esta mañana sea decisiva para lo que vivo

-¿Ah! Si? Cuéntame.

-Está mañana como cualquiera otra, leí algo. Sé que te molestará leerlo pues ya me dijiste que no hablara de Dios.

-Prefiero que escribas, aunque lo hagas de Dios.

-Gracias. En eso confío, pensé que puedo aprender a escribir poniendo Dios o poniendo diablo, puedo hacerlo usando liberal o proletario, azul o rojo.

-¿ Y que ocurrió al leerlo?

-Si, sentí paz, paz en los pies y en el alma. Ayer fue un día de desasosiego, de locura y desenfreno inconfesable, tras muchos meses de búsqueda aquí y allí, de vacíos, de inquietud, de desesperación, sintiéndome nadie, no siendo nadie. Y hoy por fin, encontré una frase que quisiera tatuármela en el percho o en la frente, y acompañarla de clarines y trompetas al leerla en voz alta. Hoy por fin, no escribí un relato en diez minutos, de esos que me decías que trabajo poco, ¡qué razón tenías! Hoy tuve sosiego y tranquilidad al menos para dejar acudir las ideas, ordenarlas, y disfrutar escribiéndotelas.

Cierto es que tengo miedo. Miedo a que no te entre en las entrañas como a mí, que las despaches con una corrección literaria formal sin estremecerte ante la magnificencia de la misma. Que no compartamos su solemnidad, su profundidad, su contundencia, que tus tuétanos mismos no se sacudan ante ella y el abismo de desencuentro se habrá entre nosotros.

-No te preocupes, yo estoy tranquilo con lo que no creo.

– Sobre eso mismo hablaba yo está mañana con alguien. Como yo no he podido hallar sosiego hasta encontrarme su Palabra hecha Montaña y otros andan como yo lo he estado, perdidos buscando ídolos en un lado y otro, budismo, islamismo, nacionalismos… y no se sienten lo perdido que yo me encontraba. Y ese alguien me dijo que nadie puede ir a Él a menos que el Padre lo atraiga.

-Pues poco amoroso es ese padre que no atrae a todos, que no da oportunidad a todos, que permite que mucha humanidad ande errante.

-No soy un predicador que tenga respuesta para todo. Hoy hallé una para mi y te la leeré:

“Pero tú, oh Israel, eres mi siervo, tú, oh Jacob, a quien he escogido, la descendencia de Abrahán, mi amigo; tú, a quien he asido desde las extremidades de la tierra, y tú, a quien he llamado hasta de las partes remotas de ella. Y por eso te dije: ‘Tú eres mi siervo; te he escogido, y no te he rechazado. No tengas miedo, porque estoy contigo. No mires por todos lados, porque soy tu Dios. Yo ciertamente te fortificaré. Yo cierta y verdaderamente te ayudaré. Sí, yo verdaderamente te mantendré firmemente asido con mi diestra de justicia.”

-¿Y que te llamó más la atención?

-Una expresión muy familiar, la de mirar por todos los lados. Para mi ha sido clave. Me ha dado paz después de mucho tiempo. Me hace pensar en un caminante perdido en la noche con una linterna moviéndola de lado a lado, y por fin, encuentra el camino.

-Vuelves a las andadas

-Ja ja, si, bueno, no quiero aburrirte más.

Manuel Monroy 2019