Ejercicio: imaginar cómo es la vida de alguien que vemos por la calle.

 

 

 

Ella estaba sola, sentada junto al ventanal de una cafetería. Leia una revista. Tendría unos 70 años, pelo por el hombro, canoso, jersey de manga corta color hueso, camisa blanca de cuello redondeado, pantalón oscuro, zapatos de charol. Su postura era sencilla, reposada, las piernas cruzadas, el rostro con una leve sonrisa.

 

Se llamaba Angeles. Vivía en un pequeño apartamento no muy lejos del centro del pueblo. Viuda de actor de cine, se mantenía de una pensión y de las rentas de un parking en Madrid. Por las mañanas se ocupaba de la casa y la compra. Después de comer, veía alguna serie y a media tarde quedaba con sus amigas a tomar un café. Solía llegar treinta o cuarenta minutos antes para ojear la prensa. Luego, tras contarse las novedades del día, se reunían de nuevo en la casa de alguna de ellas a jugar a las cartas. Angeles acompañaba el juego con 3 dedos de ginebras, sola, sin hielo. Regresaba a casa, se cambiaba, preparaba una cena ligera y se sentaba en el sofá. Su ilusión entonces era esperar la llamada de su hijo. Este le contaba su día, el desayuno con sus hijas, el trabajo como profesor de filosofía en una universidad americana y las últimas pilatunas de sus nietas antes de acostarte.

 

Entonces, descansaba.

 

Manuel Monroy 2019