Matías: -¿De qué me hablas?
Alejandro: – De todos
Matías: -Es muy difícil hablar de todos.
Alejandro: -Soy un osado
Matías: – ¿De los niños también? ¿Son acaso esclavos los niños?
Alejandro: – ¿Quieres que empecemos por ahí? Mejor empezare definiendo la esclavitud. ¿Si un niño llora y quiere consuelo o teta o a su madre, y exagera porque sabe que su madre se alarma y corre despavorida, que es eso?
Matías: -No recordaba esa época de niño, pero sí, me recuerdo haciendo eso.
Matías: -¿Y que tiene que ver eso con la esclavitud?
Alejandro: -Déjame aliento para hilarlo
Matías: -Te crees capaz?
Alejandro: -El niño se vuelve esclavo de la exageración, de la mentira.
Matías: -Buff, ¡que rápido has llegado, tanto que no me sabe a nada. Queda mucho por atar.!
Alejandro: -No llora porque lo siente, llora porque… no puedo seguir.
Matías: -Paciencia, pensar es difícil.
Alejandro: -La verdad os hará libres. Ahí quiero llegar.
Matías: -Ya. Tu siempre con tu Biblia y romperás las más elementales reglas de cordura para hilvanar, para crear senderos de pensamiento que ni el más empático pueda seguir.
Alejandro: -Basta que encuentre yo un hilo fuerte que creerme.
Matías: -Ya, pero los demás asistiremos a tus senderos invisibles sin enterarnos.
Alejandro: -Bueno, lo importante es el primer hilo, como el de la araña que es capaz de lanzar una fibra y atravesar un rio. Luego el sol lo hará brillar y lo mostrará visible a todo el que esté en el punto adecuado.
Matías: -Que cabezota eres y además presuntuoso.
Alejandro: -Me chocaré contra un muro sí. Yo dejé de fumar y no sé si fue por una verdad por lo que lo dejé, me hago esa pregunta.
Matías: – ¿Cual fue?
Alejandro: -Fue porque pensé hace 20 años que no iba a durar a mis hijos.
Matías: -Muchos han dejado de fumar y parece ser que ha sido por voluntad.
Alejandro: -Han querido dejar de fumar porque hace daño. Muchos sin embargo huyen o conviven con ese pensamiento, de esa verdad y siguen fumando.
Francisca: -Joder, esto es como un parto.
Matías: yo apuesto por Alejandro, no tiene otro modo de pensar.
Alejandro: -Pues sí, no he encontrado otra manera, gracias. Diría que se necesitan dos. La esclavitud requiere una débil y un fuerte. Un receptor y un emisor. Un beneficio y un peaje que es la propia esclavitud. Dependencia es otra palabra que deberíamos añadir a este intento. Nos creamos una dependencia de algo, tabaco, gloria, aprobación, euforia y bienestar del alcohol… ansiolíticos, analgésicos, futbol unas zapatillas de deporte…que nos evade de una situación que nos cuesta tolerar. Es decir, recapitulando, el hecho es que en un momento dado nos sentimos mal o sintiéndonos bien, nos podíamos sentir mejor y un factor externo que nos hace sentir mucho mejor aún. El dolor y el placer son dos palabras, uno a cada lado de la ecuación de la esclavitud. Por eso la esclavitud es tan primitiva y el esquema es el mismo en la prehistoria o en los tiempos modernos. Y cuando nos enganchamos al placer, nos hacemos dependientes y esclavos de ese agente que nos lo propicia. Lo que estaría por explicar es por qué unos se enganchan a ese placer esclavo y otros no. Cada uno es un mundo en movimiento.
Matías: ¡Ya lo soltaste!. Pero perdona la digresión, Uno puede ser esclavo de sí mismo.
Alejandro: -Si, sin duda. No es digresión. Es lo mismo. De su ego, de su soberbia, de su vanidad…Esa esclavitud la arrastramos desde los orígenes de los tiempos y podemos ser presa fácil para ser esclavizados por ella.
Anabel: -Hay un intercambio. Desde el explotado por cuatro duros a cambio de comida. ¿Y cómo en esos casos la verdad te hace libre?
Alejandro: -Es obvio que ese texto no se refiere a esa esclavitud. Uno no puede ser libre frente a una necesidad pero si ante una falsas necesidades que tanto nos rodean. En el tabaco se ha creado una necesidad. Pero lo cierto es que uno puede vivir sin fumar. Esa es quizás la verdad que te hace libre y que cuesta tanto vencer hasta el punto de decir: no puedo dejar de fumar.
Francisca: -Pues yo quiero decir que quien puede decidir que cuando el dolor se vuelve intolerable, ¿Ahí tendrían justificación las drogas? Las anestesias y los analgésicos se enmarcan bien ahí, ¿no? Los dolores crónicos, las malas situaciones vitales crónicas, las relaciones toxicas. Que compleja es la vida.
Matías: – Bueno, ha quedado algo un poco farragoso, pero han salido ideas.
Alejandro: -Si, espero que os haya gustado, que os haya producido placer y me compréis el próximo relato.
Matías: -Ja já, rematas como un escorpión.
Alejandro: -Si, mi pequeña dosis de vanidad y cinismo.
Alejandro: -Por cierto, se me olvidaba, otra palabra de la ecuación es transformación. Cambiar la realidad intolerable en vez de tolerarla y sopórtala con drogas o placer compensante si es posible claro, que es lo que harán cuando corrijan este relato.
Matías: -Ja ja!. Mejor rematar sin cinismo y con humor. Oye por cierto, no has pensado en la relación entre obsesión y esclavitud?
Manuel Monroy 2019